martes, 27 de junio de 2017

Suelos

Guía
1. Identifique cuales son los factores que inciden en la formación de los suelos.
2. Elabore un perfil de suelo, incluya en casa horizonte características del mismo.
3. ¿Cuál es la importancia de los suelos en el desarrollo de las actividades de la sociedad?
4. Elabora un cuadro distinguiendo y caracterizando los tipos de erosión.
5. ¿De qué manera afecta la erosión de los suelos a  la sociedad?
6. Elabore un cuadro caracterizando los distintos tipos de suelos.


martes, 20 de junio de 2017

Hay más agua bajo tierra que en ríos y diques

Según un estudio, se trata de una relevante reserva hídrica para uso social o productivo. Advierten que es necesario proteger de la contaminación a los acuíferos.


Una cosa es el agua que se ve en ríos y lagos. Y otra, la que se infiltra y forma acuíferos o napas (es decir, sedimentos como arenas saturados en agua). En Córdoba, hay mucha más agua bajo tierra que en la superficie.
En buena parte de la provincia esas aguas de napas no son aptas para el consumo humano o animal por la alta salinidad o por el contenido de arsénico. Pero contando sólo las reservas de calidad potabilizable, el volumen disponible es superior a toda el agua que se ve acumulada en diques y corriendo por los ríos.
Córdoba tiene así una reserva relevante de agua subterránea, para diversos usos sociales y productivos. Este potencial requiere que se instrumenten políticas para evitar la extracción sin control o el deterioro por contaminación, que ya se evidencian en algunos sectores.
Esos datos surgen de un trabajo de investigación que realizó un equipo conjunto de profesionales de las universidades nacionales de Córdoba y de Río Cuarto, financiado por los ministerios de Ciencia y Tecnología de la Nación y de la Provincia. Se trata de la primera investigación integral sobre disponibilidad y calidad de aguas subterráneas que se hace en Córdoba.
“Durante cuatro años se relevó toda la provincia, mediante perforaciones, y se lograron mucha información nueva y mapas detallados”, señaló Mónica Blarasin, doctora en Ciencias Geológicas de la UNRC y directora del proyecto en el que trabajaron más de 20 profesionales.

Conclusiones
El informe, entre sus conclusiones básicas, describe que “en las franjas fluviales de los principales ríos y en las zonas periserranas se encuentran los mejores acuíferos de Córdoba”, por su calidad y cantidad disponible.
Son las napas ubicadas por debajo de los ríos Primero, Segundo, Tercero y Cuarto, desde la zona serrana hasta el centro del mapa cordobés. De allí hacia el este, la calidad desmejora por presencia en altos valores de sales, arsénico y flúor.
También se destaca el valor, aunque en menor volumen, de acuíferos ubicados por debajo de los ríos Carnero, Jesús María, Cruz del Eje y Pichanas, hacia el norte provincial, y en la zona de Villa Dolores, en el oeste. A ese esquema se suma el potencial del piedemonte (la franja ondulada al pie de las Sierras).
El estudio confirma que las Sierras “constituyen un verdadero foco emisor de agua, ya que los ríos y arroyos que allí nacen, en su mayoría, se infiltran y recargan el sistema subterráneo de las llanuras”. De que no se deteriore el agua de los ríos serranos dependerá en parte la calidad de las aguas subterráneas en el futuro.
También las lluvias en la llanura son una fuente de carga de los acuíferos superiores. “Se midieron tasas de recarga al acuífero freático de ocho a 20 por ciento del total anual de lluvias”, precisa el informe.
Las Sierras, en tanto, presentan un único acuífero de poco espesor (por lo que requiere más cuidado para preservarlo). Pero en la llanura hay varias capas: la superior (freática) se ubica, según las zonas, en los primeros 100 metros. Las otras, separadas y casi independientes (acuíferos confinados), entre los 100 y 350 metros. El estudio demostró que del centro al oeste del mapa cordobés, esas aguas subterráneas se alojan en materiales geológicos de origen continental y son de alta calidad, mientras que desde la línea Villa María-La Carlota hacia el este se alojan en algunos casos en sedimentos que suman salinidad, arsénico, o sulfatos que la tornan no potable.
A cuidarla
Más allá de las napas que en amplias regiones del sur y este cordobés no son aptas para consumo humano, el informe advierte que las aguas subterráneas también “pueden verse alteradas por procesos de contaminación”.
Cita que ya se perciben degradaciones en la napa freática. Entre los factores contaminantes se incluye el impacto urbano (ciudades y pueblos, sobre todo sin sistema cloacal); el agropecuario (exceso de agroquímicos); a los basurales sin tratamiento, y los polos industriales.
Miles de años
"Otro aporte es que hemos datado la antigüedad de las aguas”, marcó Blarasin a La Voz del Interior. Los acuíferos más profundos, en zonas de buena calidad, representan la mayor reserva de agua potable que tiene Córdoba y su recarga depende de las infiltraciones que se producen desde la zona serrana. Esos procesos llevan muchos años.
“Algunas dataciones marcan una antigüedad del agua extraída de napas confinadas de 2.000 y hasta 40 mil años (en el caso de las más profundas y más alejadas de las Sierras), lo que implica menor sustentabilidad si son explotadas sin planificación”, describió. Es decir, el agua que muchos cordobeses toman de las napas más profundas puede que haya ingresado hace decenas o miles de años, según las zonas.
Con estos datos, los investigadores señalan que “resulta casi inexplicable la falta de agua de suministro en algunas localidades en las que hay importantes reservas subterráneas aptas disponibles”.


Zona por zona
Mapa. La investigación realizada permitió dibujar un mapa preciso y actualizado sobre cantidades y calidades de agua subterránea en Córdoba.
Centro. Las zonas de más y mejor agua bajo tierra están en el centro cordobés. Los suelos bajo los cuatro principales ríos cordobeses (Primero, Segundo, Tercero y Cuarto) cuentan con enormes reservas, de alta calidad. Esas napas van desde la zona serrana hasta el centro del mapa; de allí hacia el este pierden calidad y se tornan no potables. La del río Tercero (entre Almafuerte y Villa María) es la mayor reserva de agua de Córdoba.

Sur. Desde una línea aproximada que une Berrotarán con Bell Ville hacia el sur, las napas son de baja calidad, por salinidad y arsénico. Es casi la mitad del territorio cordobés. En esa región aparece una franja bajo el recorrido del río Cuarto (hasta La Carlota) con aguas de alta calidad. 

Este. Región complicada. De norte a sur, todo el este tiene alto contenido de arsénico (zonas como Mar Chiquita, San Francisco, Las Varillas, Marcos Juárez, Corral de Bustos).
Norte. Hay aguas subterráneas en niveles más escasos y sin calidad. Sin embargo, en el centro-norte hay una franja muy apta y de buen caudal que recorre bajo suelo los ríos Carnero y Jesús María. También hay napas aptas en la zona de Villa de Totoral y Las Peñas, y en el noroeste, bajo los ríos Pichanas y Cruz del Eje, donde hay una reserva importante para esa región.

Oeste. En Traslasierra se observan napas destacadas en la zona de Villa Dolores, con el río Conlara como fuente de recarga. En la zona de Mina 
Clavero y Nono también hay aguas de calidad, aunque en menor cantidad. Hacia los departamentos Minas y Pocho, la disponibilidad es menor y la calidad, mala.


Colautti, F. (03 de noviembre de 2014) Hay más agua bajo tierra que en ríos y diques. La Voz del Interior, recuperado http://www.lavoz.com.ar/ambiente/hay-mas-agua-bajo-tierra-que-en-rios-y-diques

jueves, 15 de junio de 2017

Hidrografía de Córdoba

Una cuenca en problemas.

El avance de la frontera urbana, los desmontes, la escasez de flora autóctona, el incremento poblacional y los incendios provocan una situación ambiental delicada en una zona del departamento Colón.
El temporal que el fin de semana pasado dejó ocho muertos, más de 1.680 viviendas dañadas, 11 puentes y un acueducto rotos, 40 kilómetros de rutas y 1.200 cuadras de calles destrozados y mucha tristeza en las Sierras Chicas fue producto –más allá de las lluvias torrenciales– de una serie de factores de riesgo. Estos están latentes desde hace décadas en esa zona del departamento Colón, al noroeste de la ciudad de Córdoba.
Los 260 milímetros de lluvia que cayeron en menos de 24 horas en algunas localidades de las Sierras Chicas desnudaron la debilidad ambiental en la que se encuentran las cuencas de la región, afectadas por los incendios, la tala indiscriminada, la explosión demográfica y la urbanización descontrolada de la última década.


Las cifras hablan por sí solas: entre 2004 y 2013, se incendiaron 75.220 hectáreas acumuladas (40 por ciento menos que la década precedente), se desmontaron 8.600 hectáreas en los últimos 10 años (con un historial de tala continua desde 1940), la población se duplicó en los últimos 15 años (hoy asciende a 140 mil personas, según el Censo 2010) junto con un impresionante crecimiento de la urbanización en igual período.
Pero, además, el cambio de uso del suelo –que transformó áreas boscosas del parque chaqueño en superficies cultivadas, y las sometió a los embates de la minería y al avance de la urbanización y de actividades industriales– genera disputas sociales por la utilización del agua y las sierras: por el suelo, el bosque y el paisaje. El problema es de larga data. 
En 2013, una investigación sobre la cuenca de los ríos Ceballos y Saldán, realizada por el equipo de Ordenamiento Territorial del Instituto Superior de Estudios Ambientales (Isea) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), a pedido de vecinos y organizaciones sociales de las Sierras Chicas, y dirigida por Alicia Barchuk, alertaba sobre el vínculo entre las inundaciones y deslizamientos de agua, tierra y rocas y la grave situación por la que viene atravesando esa cuenca hídrica, ubicada en la ladera oriental de las Sierras.
El trabajo revela que, si bien la cuenca es una de las que posee mayor extensión de bosques serranos en buen estado de conservación dentro de la provincia de Córdoba, más de un tercio de esa superficie perdió su cobertura natural como resultado del cambio en el uso del suelo, mientras que otro tercio perdió cobertura boscosa por los reiterados incendios que afectaron a esa zona.

“Todas las acciones del hombre van produciendo transformaciones que traen sus consecuencias. Yo creo que con fenómenos naturales de tanta magnitud, se relativizan. De cualquier manera, la influencia existe”, opina Guillermo Irós, titular del Instituto de Planificación Metropolitana (Iplam), organismo que depende del Gobierno provincial.

La mancha urbana

Los pueblos y ciudades de las Sierras Chicas se levantan en las cuencas medias de los arroyos, ubicadas entre 1.099 y 650 metros sobre el nivel del mar. Algunas localidades, incluso, se asientan en más de una cuenca, lo que significa que están construidas en un área que vierte hacia un cauce que forma un arroyo o río.
De los 1.760 kilómetros cuadrados que conforman el territorio de la vertiente oriental de las Sierras Chicas (Vosc), alrededor de 420 se encuentran urbanizados o en proceso de urbanización: 50 por ciento más que hace 15 años, dice Joaquín Deón, licenciado en Geografía, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba y autor del trabajo de investigación “Gestión de cuenca, conflictos por el agua y el uso del suelo en las Sierras Chicas. Una mirada desde la geografía del agua”. 
El 15 y 16 de febrero pasados cayeron, en algunas localidades de las Sierras Chicas, 250 milímetros. La precipitación corresponde al 75 por ciento del valor máximo esperable de lluvia diaria en la zona (330 milímetros), explica Carlos Marcelo 
García.
García es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) e integrante del Centro de Estudios y Tecnología del Agua (Ceta). De este último organismo participan la Facultad de Ciencias Económicas, Físicas y Naturales de la UNC y profesionales de la Universidad Católica de Córdoba y del Consejo de Investigaciones Hídricas para Región Semiárida (Cihrsa), que depende del Instituto Nacional del Agua (INA).
García indica que, en relación con las lluvias que derivaron en catástrofe, hay que analizar tres variables: el evento hidrometeorológico extremo, los caudales superficiales que se generaron (aspectos hidrológicos) y las características hidráulicas (velocidad del flujo y profundidad, entre otros) del escurrimiento superficial en arroyos y en calles.
“A partir de las precipitaciones extraordinarias registradas en las distintas cuencas, se generaron escurrimientos superficiales con caudales extraordinarios. La elevada condición de humedad antecedente en la cuenca y los procesos de urbanización existentes benefician el excesivo escurrimiento”, explica García.
Por su parte, Deón sostiene: “El agua no bajó sólo de las Sierras; provino de todo espacio donde, con pendiente y al descubierto, no fue absorbida”.
Asegura también, con base en la recopilación de datos desde 1937 hasta la actualidad, que las fuertes precipitaciones, que antes ocurrían cada 30 años, desde 1995 comenzaron a repetirse cada siete años y desde 2001 cada dos o anualmente.
Un informe realizado para el Foro Ambiental Córdoba por la cordobesa Sandra Díaz, doctora en Ciencias Biológicas y premio Nobel de la Paz 2007 como miembro del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, confirma que las proyecciones climáticas globales para las próximas décadas tienden a coincidir en un aumento de la frecuencia de eventos extremos.

Al límite
“No basta con decir que son imponderables del clima”, opina el biólogo y coordinador del Foro Ambiental Córdoba Federico Kopta. Con ello coincide la Coordinadora Ambiental y de Derechos Humanos de las Sierras Chicas, que aglutina a vecinos de las localidades serranas.
“Las cuencas altas son desmontadas, incendiadas y edificadas, desprotegiendo e impermeabilizando el suelo, que pierde su capacidad de esponja. Ya no retiene el agua cuando llueve y no la libera cuando falta”, indicaron miembros de la Coordinadora, en un comunicado.
Sobre este punto, también se pronuncia Guillermo Irós. “Hay –dice– dos aspectos: las construcciones más cercanas a los cursos de agua y las escorrentías (excedentes hídricos) superficiales, que pueden ser consecuencia, en parte, de la impermeabilización del suelo”.
Joaquín Deón, con base en su investigación, que será publicada el mes próximo, indica que las crecidas de los ríos y arroyos se vieron favorecidas por la descontrolada pérdida de vegetación a manos del avance de los desmontes, la urbanización y la minería no metalífera para la construcción.
“Sierras Chicas pasó, en 25 o 30 años, de poseer pueblos a tener ciudades. No sólo creció en población, sino también en ocupación del suelo”, precisa.
Por su parte, Barchuk indica, en un artículo publicado en el sitio UNCiencia, que “la amenaza del territorio es el avance de la frontera urbana, los cambios en la tierra de manera desproporcionada sin una mínima contemplación de cómo funciona la cuenca”.
Y agrega: “Hay que repensar los procesos de planificación territorial. La frontera urbana no puede avanzar más; ha llegado al límite. Hay que generar acciones de mitigación, establecer áreas núcleo, áreas de amortiguación, respetar ordenanzas vigentes, conservar las áreas naturales protegidas y que la comunidad participe, se comprometa”.

Inundaciones históricas
Febrero de 1939. En la cuenca del río Saldán. Cinco muertos, viviendas enteras desaparecidas. Desmonte para leña, mineras y ferrocarril. Habitantes: 10.500.
Enero de 1951. En ríos Salsipuedes, Chavascate y Saldán. Anegamiento de calles, rotura de puentes. Desmonte por el auge minero y exportación de carbón a Europa. Habitantes: 14.500 (año 1950).
1966-1967. Crecidas en todas las Sierras Chicas. Anegamiento de calles, rotura de puentes. Habitantes: 22.500 (año 1960).
1980-1981. Cuenca del Saldán y Salsipuedes. Dos muertos en Saldán, destrucción de industrias, viviendas, anegamiento de barrios. Habitantes: 55.645 (año 1980).
1995. En toda Sierras Chicas. Anegamiento de barrios. Incendios durante toda la década: se queman más de 100 mil hectáreas. Habitantes: 68.326 (año 1991).
2000. En toda Sierras Chicas. Evacuación de más de 600 personas, tres muertos, destrucción de viviendas, anegamiento de calles. Hubo otras inundaciones en lo que siguió de la década (años 2004, 2008, 2010, 2012 y 2013). Habitantes: 96.474 (2001) y 140.102 (2010).

Fuente. Joaquín Deón, geógrafo. 

Leonelli Morey, L. y Otero, M. (22 de febrero de 2015).  Una cuenca en problemas. La voz del interior. Recuperado de http://www.lavoz.com.ar/ambiente/una-cuenca-en-problemas

DINAMICA SOCIAL Y TERRITORIAL EN RELACION A PROBLEMATICAS DEL USO DEL AGUA. ESTUDIO A NIVEL DE CUENCAS EN LA VERTIENTE ORIENTAL DE LAS SIERRAS CHICAS